Columna opinión. Diario el Desconcierto
Por: Viviana Soto Aranda | Publicado: 23.03.2020
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Ante la emergencia sanitaria del COVID 19, hace unos días conocimos medidas del gobierno de dar beneficios a la población privada de libertad hacia los adultos mayores de 75 años, de sustituir la pena por arresto domiciliario total, así también a aquellos entre 65 y 74 años, que les reste menos de un año para cumplir su condena, excluyendo a quienes cometieron delitos graves, violaciones a los derechos humanos o crímenes de lesa humanidad. De esta medida nada se pensó sobre las mujeres madres y sus hijos e hijas que están entre rejas.
Mujeres madres con sus hijos e hijas en prisión, protestando en una cárcel de Santiago por medidas de resguardo al COVID-19, muestra la invisibilización de una cruda realidad entre rejas.
Ante la emergencia sanitaria del COVID 19, hace unos días conocimos medidas del gobierno de dar beneficios a la población privada de libertad hacia los adultos mayores de 75 años, de sustituir la pena por arresto domiciliario total, así también a aquellos entre 65 y 74 años, que les reste menos de un año para cumplir su condena, excluyendo a quienes cometieron delitos graves, violaciones a los derechos humanos o crímenes de lesa humanidad. De esta medida nada se pensó sobre las mujeres madres y sus hijos e hijas que están entre rejas.
Para tener un panorama de la situación de ser madre en contexto de cárcel, 84 de los centros penitenciarios del país, 30 cuentan con secciones materno-infantil, espacios acondicionados para que las madres en privación de libertad puedan vivir junto a sus hijos o hijas (Programa TV Senado). Según fuente de Gendarmería de Chile al año 2018 se brindó atención a un total de 281 madres con lactantes y 193 mujeres embarazadas en 29 establecimientos en todo el país, cifras que dan cuenta de la maternidad en cárcel. Al respecto, en proceso está la Ley Sayen así nombrada por el caso de Lorenza Cayuhan, comunera mapuche que cumplía condena en la cárcel de Arauco, quien tuvo a su hija Sayén en una clínica estando ella engrillada de pies y en presencia de funcionarios de gendarmería de Chile.
Esta Ley aún en trámite Modifica el Código Procesal Penal en materia de procedencia de la prisión preventiva y de suspensión de ejecución de la sentencia, respecto de mujeres embarazadas o que tengan hijos o hijas menores de tres años.
En su estudio y discusión en la comisión del Senado de la República, esta iniciativa se sustentan en antecedentes jurídicos que van desde la Ley de penas sustitutivas, libertad condicional, Ley de gendarmería de Chile, control del condenado, el pacto internacional de derechos civiles y políticos, la Convención Americana de DD.HH, la Convención de los Derechos del niño, la Convención de eliminación de todas formas de discriminación contra la mujer; la Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, reglas de las Naciones Unidas sobre tratamiento de reclusas y medidas no privativas de libertad. Siendo muy compleja la situación de vida de las madres con sus hijos e hijas en prisión, cabe preguntarnos ¿cómo estamos pensando la maternidad y la crianza para las mujeres en Chile?, ¿por qué se ha pensado la cárcel para los niños y niñas cómo si fuese un castigo de nacimiento?, ¿por qué si se piensa en la maternidad, ésta es pensada en cárcel ?, al niño?, ¿por qué se castiga al niño, y la vital relación con su madre? ¿Se castiga la maternidad?, ¿cuál propósito?.
Estas y otras tantas preguntas tensionan una realidad y es que las cárceles están pensadas desde lógicas androcéntricas, por un lado, éstas se sostienen desde el mandato masculino, y que piensa a la mujer en registros patriarcales, de dominación, buscando ordenar sus comportamientos en determinación de sus roles, como su maternidad en presencia con sus hijos o hijas pero en cárcel, y en esas condiciones carcelarias determina y busca reproducir la idea de la mujer madre ejemplar asignada por la sociedad; la cárcel es también pensada desde lógicas adultocéntricas, en tanto reproduce el mandato del adulto por sobre los intereses y necesidades de los niños y niñas quienes van replicando comportamientos de control y orden. La mujer madre debe cumplir una condena junto con su hijo, en un espacio limitado y con escasa recreación y redes, por ello y desde una perspectiva de género las mujeres viven diversas condenas en prisión, las que se agudizan porque sus hijos también la viven, ya que su desplazamiento acotado, reducido y en un escenario frio y rígido como la cárcel, lo limita en conocer el mundo, sus posibilidades, sus colores, aromas, y texturas, donde la rutina de la cárcel, el control, vigilancia y la violencia se extiende a sus juegos. De este modo, se puede decir también que la maternidad en cárcel pasa a ser un mecanismo de gobernabilidad para las mujeres madres donde en esta rigidez y prácticas de espacios para sus hijos y ellas debe ser acatada de acuerdo a sus prolijas y vigilantes normas.
De esta forma la maternidad muchas veces se ve como beneficio más que derecho. ver la maternidad como acceso, lo cual es grave y priva el derecho de esa mujer madre, a vivirlo plenamente. Tal como sostiene Butler (2009) (en su texto Vida Precaria), la cárcel en tanto con poder, perjudica o destruye las vidas que entran en sus dominios con total impunidad. Lo que deja el encarcelamiento de una maternidad es encerrarla sin mayores redes, lo que da cuenta de un abandono a la crianza de los hijos, y no solo eso, sino también el encierro de un vínculo, sin apoyo ni posibilidades de sostenerlo potencialmente con la tensión que cargan de no poder sostener ese ideario social de cumplir con la figura materna.
De esta Ley hay varias aristas en debate que refieren, ya sea el cumplimiento de la sanción del delito, el interés superior del niño, la no violencia hacia las mujeres, entre otras. Esta realidad en cárcel y su discusión no puede ser escindida de los contextos particulares de quienes la viven. En este contexto, y lo que se quiere subrayar aquí es el significado de la importancia de una maternidad fuera de la cárcel en un ambiente menos hostil, los vitales vínculos de apego en la relación madre e hijo, y la virtuosidad de la redes y apoyo familiar para las mujeres madres, con la deconstrucción de ese ideario patriarcal de maternidad con el que la sociedad les juzga doblemente.
En tiempos de una Pandemia, cuidar de los nuestros y comunidad se ha volcado una alta prioridad. No olvidar que, en el contexto de la cárcel, estas situaciones generan mayor tensión e incertidumbre. Por tanto, nos corresponde también hacer esfuerzos para que sean tiempos precisos para pensar y trabajar más arduamente por los derechos de quienes están tras las rejas y en ellos, no se siga profundizando los riesgos que vivimos como sociedad.