Autora: Silvia Viñas
Referencia: I Encuentro hacia una Pedagogía Emancipatoria en Nuestra América. Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Resumen
Es propio del ámbito penal juvenil que las intervenciones profesionales, educativas, médicas y psicológicas, queden desdibujadas o canceladas en el cumplimiento de las tareas tratamentales, correctivas y de consejo punitivo, naturalizando como destinatarios de sus funciones a las autoridades de la institución penal y/o judicial, abandonando al sujeto juvenil al lugar de objeto del saber experto.
Estos abordajes se caracterizan por la indiferenciación entre lo subjetivo y lo social, la infantilización de los sujetos privados de libertad, la visión apocalíptica de los jóvenes (habilitando intervenciones mesiánicas) y por la informidad e informalidad en el ejercicio de funciones y roles de los agentes de las instituciones del poder punitivo, que utiliza los informes como herramienta privilegiada. Un dispositivo educativo para estudiantes privados de libertad requiere conocer las lógicas del sistema penal para no ser atrapado por ellas. Instalarlo como un ámbito diferenciado se logra teniendo claros los bordes que preserven su carácter educativo y no disciplinario: no elevar informes, extender certificados universitarios, trabajar sin vigilancia ni llaves, devolución a los educandos centrada en su participación y producción, etc.
Así fue como, desde la Cátedra Libre de Derechos Humanos (FFyL-UBA),
brindamos Talleres de Derechos Humanos a jóvenes privados de la libertad. La tensión entre la tarea de promover derechos en una institución donde su vulneración es habitual e invisibilizada, pudo ser atravesada por la convicción de que la propia tarea educativa con los jóvenes, al ser concebida como social y política, significaba un avance en la promoción de su dignidad humana.