Autores: Francisco José Scarfó, Inda Albertina, Marianela Preafán y Berta González

Referencia: Revista Decisio, 2007, pp. 31-36

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Resumen

Una caracterización mínima del ejercicio del rol docente en la educación en cárceles basado en el rol profesional pedagógico emergente se encuentra en el texto de Dicker y Terigi (1997), según el cual la formación del educador debe dar cuenta de la articulación de una serie de componentes fundamentales, destacando dos de éstos: las condiciones de su apropiación desde la perspectiva de quien aprende (en nuestro caso un joven o adulto privado de su libertad), y las características de las situaciones específicas en que tendrá lugar la enseñanza, en función de los contextos concretos de actuación (en nuestro caso la cárcel o “institución total” o cerrada).

La función docente es un trabajo sujeto a determinadas condiciones materiales que definen y enmarcan las interacciones, caracterizado por un conjunto de saberes; la función dependerá de las concepciones de animador, facilitador, formador, docente, asistente educacional, promotor social y otras. Sin embargo, la formación de docentes se ha centrado en modelos restrictivos de la enseñanza que han dado preeminencia a una de las tareas pedagógicas: la fase interactiva, “el dar clase”, olvidando la práctica social. Por ello es indispensable destacar que una concepción comprensiva de la enseñanza supone considerar la complejidad de la tarea docente y el desarrollo de las competencias de intervención necesarias para atender la complejidad del rol del educador en cárceles.

El rol del educador de adultos en las cárceles